Ellos entregaron sus regalos, reían, se besaban, se abrazaban... Yo esperé la llegada de lo imposible, la llamada de lo inhablable. Me quedé con mis regalos en la mano, miré por la ventana mil veces.
Todos comieron pastel. Pero quedó su pedazo.
Aún así sonreí, me reí y recibí un grato llamado, muchos saludos amistosos y abrazos cibernéticos desde Canadá.
Hoy, sentí mucha tristeza. Las fechas y los calendarios no son lo mío.
En fin, sólo la noche es para llorar. Yo... Yo sigo escuchando "Hace mucho, mucho tiempo".